1.30.2013

El mal ajeno es mi mal

De mis pecados (que si no son todos, sí podrían ser todos si me dan tiempo y lugar) el que más vergüenza me da reconocer es el de desear el mal ajeno. Hace poco, sin ir más lejos, recordaba a un conocido al que llevo tiempo sin ver y, de forma inconsciente, me asalta este pensamiento: "Ahora, con los recortes en tal y cual, me imagino que le irán mal las cosas, quizá no le hayan renovado el contrato";  aunque realmente, una traducción más fiel al original sería: "espero que le vayan mal las cosas, que no le hayan renovado el contrato". Muy próximo a la envidia, pero peor... más cabrón.


Rudolf Frentz, Amazona, 1925

1.23.2013

Todos tontos

Mal de otros,
consuelo de muchos.

Manet, Bar del Folies-Bergére, 1882

1.16.2013

Tener o no tener

Desconfiad, hijas mías,
todo pleito tiene su argumentación.

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Algo bueno ha de tener el no tener: no has de preocuparte de enseñar a tus hijos que no se puede tener todo en esta vida. (Pero sólo en esta vida).

Frank Dadd, Libro de recuerdos, 1899


1.15.2013

Desmanes

Lo peor de algunos políticos no es que comentan malas acciones (siempre en su provecho o el de sus amigos), lo peor es que se apropien de lo que creemos justo, de la razón y la perviertan para cometer sus desmanes.

http://www.sueldospublicos.com/texto-diario/mostrar/94364/el-director-general-de-telemadrid-cobra-120000-euros-brutos-segun-cgt

1.14.2013

Tonos fríos


Es corriente volverse hacia el pasado
y pensar que los días
que dices que se han ido,
como si hubiese un antes y un después
como si el tiempo fuese
un mundo de este mundo
y no un ahora o nunca,
fuesen tu patrimonio.
Comprendes bien que aquello
(las fotos, los recuerdos que imaginas,
la luz de aquella calle,
el tono de tu carne al desnudarte)
que piensas que conforma tu relato
descansa quieto y frío,
vano como los muertos.

Corot, 1865, Gitana con pandereta

1.04.2013

Acaso

Hoy, mañana; estos días son la vida
aunque escapen sin casi suceder,
aunque sean rutinas más que tiempo,
aunque él ya no esté y ya no importe.
Estos días que huyen son tu vida,
recuerdos de una mano entre tus manos
y de todas las cosas que se han ido
y esperan junto a todo lo importante.
Tu podrás decir que hemos vivido,
que acaso lo que vale es un misterio,
y comprendas que el tiempo nunca vence,
que es la vida un instante, siempre el mismo,
que cabe entre tu dedo y su mejilla.


La luna. Crepúsculo, 1898, Isaac Levitan