9.30.2009

En la muerte de José Antonio Muñoz Rojas

En este mismo tallo ayer estaba,
y ni el aire se atreve. Quede el hueco
de tu hermosura resonando. Quede
como un verso ene el aire el de tu paso,
y la memoria de tu olor, camino
que nos siga llevando a la hermosura

JAMR, Cantos a Rosa

Que Dios lo acoja en su seno. Descansa en paz, poeta.

9.09.2009

Familia


Han subido al autobús a las siete de la mañana. Lo esperaban en la parada que hay en mitad de la carretera. Oscuridad, pasarela y ruido de coches. Primero ha entrado la niña, riendo corriendo. El padre le chista: “Chss... calla
El niño pequeño, casi dormido en brazos de su padre, lleva entre sus manos un muñeco de Spiderman. Los ojos apenas abiertos. ¡Es tan temprano! Por último, entra la madre y ya sabemos cómo son las madres.

Se han sentado, tres en dos asientos y la madre al otro lado del pasillo. El padre sujeta al niño y coloca una infantil mochila colegial entre sus pies. El niño duerme, la niña mira la oscura amanecida por la ventanilla. ¿Adónde irá la familia en este autobús de madrugada?

9.08.2009

Libros más vendidos y viejas glorias

I
Aun a riesgo de convertir este blog en un monográfico, no me resisto a comentar que en el abcd cultural del pasado sábado aparecía entre los libros de poesía más vendidos la antología "El misterio de la felicidad"

Es una grata sorpresa que me ha recordado una de las respuestas de Miguel d'Ors a las preguntas que le hacían en Poesia Digital: "En cuanto a la difusión de mis libros, es verdad que ninguno se ha editado en una colección de grandes tiradas; pero es que los lectores que me interesan no son muchos más de unos quinientos. A la gente que compra libros en El Corte Inglés mi poesía tiene poco que decirle, y me niego a entrar en los engranajes de la industria editorial capitalista, que hace mucho daño. Y así y todo, de un tiempo a esta parte mis libros se van vendiendo bastante bien (muy bien para lo que es la venta de libros de poesía en España): de Curso Superior de Ignorancia, Punto y aparte y Hacia otra luz más pura han tenido segunda edición. De 2001 ya no quedan ejemplares. No puedo quejarme"


II
A mi, los Stone Roses me han hecho compañía en muchos momentos. Entre otros, recuerdo escuchar I am the resurrection o Waterfall camino de Valladolid en el invierno aquel tan lejano en el que presté servicio militar.

De un tiempo a esta parte, he dejado de prestar atención a la música pop (al menos tanta atención como le prestaba años ha. Ya ves, cosas de la edad…), pero el otro día, buceando por la red, descubrí que John Squire se dedica ahora a la forja (lo de la pintura ya lo conocíamos) y que en su página puedes verle en pleno trajín. Pinche aquí y diríjase al “film” Polonesa.



9.03.2009

Ad inquirendum

En su prólogo a la antología poética de Miguel d’Ors “El misterio de la Felicidad” (Editorial Renacimiento, 2009), escribe Ana Eire: “¿Merece la pena leer poemas de Miguel D’ors cuando podemos hacer tantas otras cosas?”

Obviamente, mi respuesta es sí. Sí merece la pena, la que nos puedan deparar esos poemas que en ocasiones son la exaltación de la derrota, la resignada aceptación de la realidad que nos ha robado otras vidas que soñamos. Merece la pena, digo, dejar de hacer tantas cosas por leer poemas de Miguel d’Ors.

Sin embargo, la pregunta se puede formular de forma amplia, sin especificar autor, a lo bruto: ¿Merece la pena leer poemas cuando podemos hacer tantas otras cosas?

Trataré de enfrentarme a misma a partir de otra cuestión ¿Qué (nos) pasa cuando leemos (o no) poemas?

¿Qué pasa cuando no leemos poemas? Nada. No pasa nada. La vida pasa. Con sus lunes, sus lluvias y sus días de bochorno.

Y ¿Qué pasa cuando leemos poemas? En muchas ocasiones tampoco pasa nada, las palabras nos atraviesan como agua en el cedazo, sin dejar marca. Y encontramos cosas que nos dejan fríos, o a la misma temperatura con la que entramos en ellas.
Sin embargo, en ocasiones, descubrimos versos que hacen sonar la campana y el alma se nos revuelve en torbellino y sentimos la comunión y decimos: ¡Ah, era eso, es verdad! Y entonces, puede que merezca la pena dejar de hacer cosas como, por ejemplo, ver la televisión o mirar internet.


9.01.2009

OUIJA

Si no soy el que conoces.
Si fuese un asesino, tú no lo supieses.
Si hubiese estrangulado, apuñalado con mis brazos.
Si te lo dijese en la noche, el viento aullando tras los cristales.
Si fuese el monstruo de rostro lóbrego y enajenados ojos.
Si me aproximase en silencio, mientras lees, absorta.
Si no estuviese vivo,
si mis heridas hubiesen de ser mortales.
Si te lo contase entonces, cuando se mueve el vaso.
Si no tuviese corazón, si así me mostrase,
entonces es que ése soy yo
y no te debes asustar.