Uno de esos poetas de los que me parece más poético su nombre, Dylan Thomas, que muchos de sus poemas.
En mi oficio o mi arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.
No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.
2.28.2011
2.17.2011
2.16.2011
2.10.2011
2.09.2011
¡Y dale con Hawthorne!
Del mismo libro de la entrada anterior:
"Es algo muy extraño, aunque no por ello menos cierto, que las personas alardean tanto, o incluso más de sus carencias como de sus habilidades".
"Es algo muy extraño, aunque no por ello menos cierto, que las personas alardean tanto, o incluso más de sus carencias como de sus habilidades".
La imagen, de aquí
2.08.2011
Damas y caballeros
Nathaniel Hawthorne pronostica en La casa de los siete tejados:
Esos tratamientos, dama y caballero, tenían relevancia en el pasado y conferían privilegios deseables, por lo demás, a quienes lo merecían. En nuestros días, y aún más en la sociedad futura, esos tratamientos suponen no un privilegio, ¡sino una restricción!
También me agrada el matiz de:"a quienes lo merecían". ¡Qué sutileza!
Frederick Childe Hassan, Jardín de té francés, 1910
2.07.2011
Sufí
Diré tu nombre una
y otra vez,
una vez, otra vez,
y una vez con un mínimo, invisible,
movimiento de mis labios
tan leve como tu forma,
como tu mano
sobre mi carne.
Repetiré tu nombre
una vez
y otra,
hasta que todo signifique
y todo lo comprenda
(sueño, roca, luz, mañana),
hasta que sea
todo tu nombre
y en él habite
una vez y otra
y siempre
como la vida en la palabra.
y otra vez,
una vez, otra vez,
y una vez con un mínimo, invisible,
movimiento de mis labios
tan leve como tu forma,
como tu mano
sobre mi carne.
Repetiré tu nombre
una vez
y otra,
hasta que todo signifique
y todo lo comprenda
(sueño, roca, luz, mañana),
hasta que sea
todo tu nombre
y en él habite
una vez y otra
y siempre
como la vida en la palabra.
2.05.2011
Publicidad
Publicidad de línea clara:
"Cómprate un buen coche, un gran coche; supondrán que te va bien; puede, incluso, que crean que eres feliz."
"Cómprate un buen coche, un gran coche; supondrán que te va bien; puede, incluso, que crean que eres feliz."
2.04.2011
Recuerdos
Arrebatado, le susurró: “Nuca te olvidaré”.
Luego, con los años, alguna vez y sin saber muy bien por qué, se acordó de ella.
Kevin Bean, Pareja, 2002
Luego, con los años, alguna vez y sin saber muy bien por qué, se acordó de ella.
Kevin Bean, Pareja, 2002
2.03.2011
Lectura, hijas.
Aprovecho que las niñas están entretenidas pintado en unos cuadernos para comenzar a leer los cuentos de Flannery O'Connor. A los pocos minutos suena el timbre y tengo que interrumpir la lectura. Carmen me toma de la mano y camina conmigo hasta la puerta.
Al abrirla nos encontramos con un desconocido: Buenas tardes, estamos haciendo unas “preguntitas” a los vecinos, me explica. ¿Les gusta a ustedes leer?
No, la verdad es que no leemos; no nos gusta mucho.
¿Ni siquiera leen tres o cuatro “libritos” al año?
No… En ese momento aparece Marina que llega desde el salón y el hombre se excusa:
Bueno, claro, con esto… No le molesto más, que bastante trabajo tiene.
Él mismo se acerca a cerrar la puerta de casa, como si yo fuese un inválido, como si dos niñas pequeñas me impidiesen, incluso, mover las manos para cerrar una puerta.
Volvemos los tres al salón. Marina me pregunta: ¿Qué quería ese señor? Vender libros, le explico. Ah… Las niñas ya no quieren seguir pintando, saltan por los sillones y desparraman los juguetes. No puedo acabar el cuento y dejo el libro en el sofá. Cuando llegue Irene lo termino, me digo.
Al abrirla nos encontramos con un desconocido: Buenas tardes, estamos haciendo unas “preguntitas” a los vecinos, me explica. ¿Les gusta a ustedes leer?
No, la verdad es que no leemos; no nos gusta mucho.
¿Ni siquiera leen tres o cuatro “libritos” al año?
No… En ese momento aparece Marina que llega desde el salón y el hombre se excusa:
Bueno, claro, con esto… No le molesto más, que bastante trabajo tiene.
Él mismo se acerca a cerrar la puerta de casa, como si yo fuese un inválido, como si dos niñas pequeñas me impidiesen, incluso, mover las manos para cerrar una puerta.
Volvemos los tres al salón. Marina me pregunta: ¿Qué quería ese señor? Vender libros, le explico. Ah… Las niñas ya no quieren seguir pintando, saltan por los sillones y desparraman los juguetes. No puedo acabar el cuento y dejo el libro en el sofá. Cuando llegue Irene lo termino, me digo.
La foto, de aquí
2.01.2011
Sueños
Hemos dejado de soñar porque nos han explicado todo el mundo.
No los creamos.
Carol Anne McGowan, Hombre con globo, 2008
No los creamos.
Carol Anne McGowan, Hombre con globo, 2008
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