8.12.2009

Ser padre

Aunque en mi caso no es la niña sino las niñas (dos) las que crecen, me enternece este fragmento del poema "El invierno" de Luis Felipe Vivanco. Lo de tener casa, esposa e hijas recientes hace que te vuelvas algo sensiblero. Cosas de la edad y otras circunstancias

Por cierto, se refiere el poeta a la inédita mitad de la muerte, hermosa forma de contarnos que en la muerte muere el que se va y, un poco al menos, los que se quedan.


Trataremos de comprender la vida, de querer a la mujer, de vivir el invierno y la nieve sabiendo que "crecen la niña y nuestra casa"





Las cosas
Y la casa
cerrada. (Clavar clavos
para colgar los cuadros.)
Tener casa. Tener
para siempre una esposa.
Y quererla.
Mirarla
con ojos que recobran
la ignorancia, queriéndola
sin hablar, acercándome,
coincidiendo con ella
en la misma sonrisa.

Estar siempre tan cerca,
y sentir que se aleja!
y ser malo, a sabiendas-,
y ser bueno.
Y quererla.

Los días y las horas
frente al limpio, sensible,
matizado horizonte
y llanura manchega.

Vida nuestra. ¡Tan nuestra
y tan mía! (Mirarla
sin hablar, comprendiéndola.)

¡Señor, ya no hace falta
la muerte! (Antes, me hacía
mucha falta su inédita
mitad.)

La nieve, fuera,
derritiéndose, blanda.
Los caminos, los chopos
de inverno...
Pero crecen
la niña y nuestra casa.

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