Un soneto para Carmen, que ya ha crecido.
De forma inapreciable se está yendo,
como desdibujado entre la sombra,
el callado fantasma que va siendo
arrumbado con lo que nadie nombra
Quieta se queda atrás, blanca y pequeña,
la niña que ha crecido en estos seis
años que han sido tú,
tú has sido dueña.
Nos dice: Estaré bien, no os preocupéis.
Se despide sonriendo, delicada,
como siempre fue, quizá algo triste,
pues sabe que no le resta nada
aquí por apurar, pues ya ha cumplido
su parte en esta fábula alumbrada
y apoya su pie blando en lo perdido.
George Bellows, Niña de blanco, 1907 |
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