Hoy Carmen y Marina han alcanzado su primera cumbre.
Y después he impreso la foto que nos hemos hecho allí arriba y he pensado que la guardo como un tesoro, como una botella que se lanza al mar, con la esperanza de que se aparezca de improviso dentro de algunos años, cuando quizá yo no esté, y alguien diga: "Mira, aquí estamos con papá"; alguien que emplee ese presente de las fotos, porque ya siempre estaremos allí, muertos de frío y sonriendo, diciendo "top" y los pulgares hacia arriba.
Aunque pienses que no tienes nada que decir, debes seguir hablando;
pues hablar contigo mismo no es sino escuchar y repetir
lo que nombra esa lengua que no cesa,
el río, la palabra,
la voz manantial.
Repítelo, pues estás aquí para alzar tu voz infinita,
para anunciar lo que ya conocías, aunque tú no lo supieses.
Habla todo lo que dices.
Dicen que el tiempo
todo lo calma,
pero ahora mismo,
en esta tarde,
pienso que no es verdad;
que aquella herida sigue abierta,
lejos, muy lejos,
enterrada por los días,
pero fresca y dolorosa
como una flor.