11.04.2010

Restos secos de sangre en un alcorque,
cristales rotos, niños que deambulan
por la escena e ignoran su funesto
futuro, trajes de novia, una corbata
con el nudo mal hecho para el luto.
Ramos de flores mustias en las curvas
(que indican fecha y nombre del difunto).

Aunque no lo imagines tales cosas,
encarnaciones puras de lo triste,
habitan escondidas, muy profundas,
el corazón añoso de aquel hombre
que al sentir tu mirada te sonríe
y te observa con gesto afectuoso,
como de no haber roto nunca un plato.



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