11.05.2009

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A Marina, que no obedece

Puede que llegue un día, cincuenta años
más, cuando seas tú la que me digas:
Ven. Siéntate aquí. ¿Traes la tarjeta?
Y, yo desobediente me rebele,
tembloroso rebusque en los bolsillos,
pañuelos, papel, trastos rotos, puede,
que atesore de viejo en mi chaqueta
¿Te la di en casa, no? (Mi memoria, ¿sabes?)
Quizá tengas paciencia, quizá no,
y debas de buscar entre mis cosas
¡Qué desastre papá! Si ya te llaman
Ay, hija no me grites, soy tu padre.

Quizá llegue el momento, si llegamos,
de escuchar tu voz airada y saber
que aprendiste a reñir, como esta noche,
y en otras regañinas te enseñé.
Puede ser que me enfade y refunfuñe
mas ten seguro, niña, que suplico
y rezo por que llegue, venturoso,
(“Papá, haz el favor y siéntate aquí")
en cincuenta años más, ese futuro.


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