Sundrun entra en mi habitación angustiado:
La indestructible se ha rendido y la Franja oeste ha caído. Hay poco tiempo, ya es cuestión de horas.
Voy a buscar el coche ; ¡vamos!
Me acerco a la mesa y tomo los papeles que he reunido en estos últimos días. Observo los dedos, sucios y desollados; no parecen mis manos. El frío me entorpece los movimientos, me siento muy lento. Introduzco los montones de papel en la estufa, arden.
Me giro al cruzar el umbral, desde aquí puedo adivinar las primeras frases de la carta que no he querido quemar y que algún enemigo leerá: "Querido Kris: El invierno ha llegado ya a Novgorod. El frío es muy intenso y a Sergei no le sienta bien; ya sabes, es un muchacho débil y enfermizo..."
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Edouard Vuillard, Niños en una habitación, 1909 |