Con indecisa pluma voy poniendo indecisas palabras. (Quiero darte un poco de mi espíritu). Es difícil llenar tanto papel con unas líneas capaces de emoción. A cada paso se bifurca el camino y aparecen otros nunca pensados; sólo uno, que no sabré encontrar, es el preciso.
Escribo, pues, errando las ideas y sus vanas palabras. (Se parece bastante este oficio a esa otra busca más rica, que es la vida. La ventaja de la ficción consiste en que, si quiero, rompo la hoja. Puedo repetirme).
Levantas la mirada y lo descubres gris como la pared donde está fijo desde hace muchos años. Te sugiere unas cuantas aventuras que hubieran podido agotarse en sus ventanas. Y no te desagrada: Hostal Bolívar, cuarta planta
Media tarde a la puerta de un colegio. Los niños salen como salen los niños: corren, saltan, se empujan y alguno, despistado, se agacha a buscar algo… De repente los ves, la madre camina con la mochila en un brazo; junto a ella, el niño conduce su silla de ruedas.
Cruzáis vuestros caminos, pero al rato te giras a mirarlos de nuevo. Antes, ante imágenes de este tipo, dabas gracias a Dios, ahora, piensas que es mejor pedir perdón.
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Frank Dicksee, Leila, 1892
11.16.2010
Las ves sonreír, sospechas que es posible ser feliz . Confórmate con ello.
Como una luz por la rendija, así, de esa manera, entrevemos en ocasiones las orillas de la felicidad. Y sabemos que existe, y confiamos.
Ayer por la tarde, mientras abrazaba mis rodillas, M. me preguntó: ¿A qué hueles?
No sé, le contesté, a colonia...
No, dijo ella, a papá.
Y mi corazón parecía un globo rojísimo, enorme.
11.08.2010
Volved, volved los ojos dejad de mirar sólo hacia afuera. Buscad entre las ruinas de esos días, los del amor y risa, alegres bienes que pensabais guardar como un tesoro. Buscad rescoldo, poso, alguna huella y veréis que os sustenta una quimera porque aquellos instantes se han perdido como piedras lanzadas a un estanque.
11.04.2010
Restos secos de sangre en un alcorque, cristales rotos, niños que deambulan por la escena e ignoran su funesto futuro, trajes de novia, una corbata con el nudo mal hecho para el luto. Ramos de flores mustias en las curvas (que indican fecha y nombre del difunto).
Aunque no lo imagines tales cosas, encarnaciones puras de lo triste, habitan escondidas, muy profundas, el corazón añoso de aquel hombre que al sentir tu mirada te sonríe y te observa con gesto afectuoso, como de no haber roto nunca un plato.
11.03.2010
Lucen en las ventanas, misterios donde alguien se esfuerza por vivir. Después, cruza una sombra y todo se oscurece, se agota con el día. Es ella, pero tú aún no la conoces
Theresa Bloise, View from the Brooklyn Bridge, 2005